La mala circulación puede causar todo tipo de problemas en las personas que la sufren: hinchazón, picor, sensación de hormigueo en manos y pies, dolor o aparición de varices. Si bien hay casos de pacientes con insuficiencia venosa crónica que pueden requerir tratamientos más específicos, la práctica de ejercicio físico es una herramienta perfecta a nuestro alcance para mejorar el problema en muchos casos.
En concreto, el yoga es un deporte perfecto para estimular el flujo sanguíneo y reducir la sensación de piernas cansadas o hinchadas. Por una parte, los ejercicios de respiración profunda ayudan al buen funcionamiento del corazón, órgano encargado del bombeo de la sangre y, por otra, algunas posturas estimulan especialmente la circulación sanguínea y la oxigenación de las células.
Las posturas invertidas
En general, las posturas de inversión son aquellas en las que se invierte el orden natural de la gravedad y, por tanto, de la circulación sanguínea. Son ideales para aliviar los problemas de circulación, sobre todo aquellos relacionados con las extremidades inferiores.
Beneficios de las posturas invertidas
Flujo sanguíneo
Al elevar las piernas, se cambia el sentido del flujo de circulación y se descomprimen zonas problemáticas en las que normalmente tiende a acumularse la sangre, como los tobillos.
Sistema linfático
Este sistema es el responsable de expulsar las toxinas del cuerpo. Gracias a las posturas invertidas, se oxigena y esto hace que funcione mejor.
Sistema hormonal
Igual que con el sistema linfático, las posturas invertidas permiten que todo el sistema hormonal se oxigene y reciba sangre fresca, hecho que mejora su funcionamiento.
Mejora tu circulación con estas posturas de yoga
Esta es una de las posturas invertidas de yoga más sencillas y efectivas para mejorar la circulación de tus piernas. Estimula la circulación hacia el cerebro, al tratarse de una postura en la que el corazón se encuentra por encima de la cabeza, y el resto del cuerpo también se beneficia de esa irrigación de sangre al tener activos, estirados y oxigenados todos los músculos.
EjecuciónParte de una posición de cuatro apoyos sobre la esterilla con la espalda recta, las manos debajo de los hombros y las rodillas a la altura de las caderas. Levanta las rodillas y sube la cadera lo más alto que puedas manteniendo las palmas de las manos abiertas y firmemente apoyadas sobre la esterilla. Lo ideal sería que, teniendo las piernas totalmente estiradas, pudieras apoyar los talones de los pies en el suelo, aunque es algo difícil si estás empezando. La sensación que debes sentir es la de que tus omóplatos se separan y tu espalda se amplía.

En esta postura se invierte por completo la posición natural del cuerpo y, por tanto, de la posición normal del corazón con respecto a la cabeza. Esto favorece enormemente la circulación. En la postura del trípode se entra en contacto con el suelo a través de la cabeza, soportando todo el peso del cuerpo con los antebrazos.
EjecuciónEmpieza la postura arrodillado en el suelo sobre la esterilla. Apoya los codos y antebrazos en el suelo y entrelaza los dedos de ambas manos hasta formar una base sobre la que apoyar la coronilla de la cabeza. Despega suavemente las rodillas del suelo y camina con los pies hacia adelante hasta formar la postura de la “V” invertida. Exhala y eleva las piernas ejerciendo fuerza abdominal. Puedes doblarlas al pecho antes de estirarlas completamente formando una vertical. No practiques esta postura sin la supervisión de un profesional, ya que se trata de una postura de dificultad media y requiere su tiempo y entrenamiento conseguirla.
Con esta postura invertida en la que la cabeza y los hombros descansan sobre el suelo, también se consigue que la sangre fluya hacia el cerebro descongestionando las piernas y proporcionando una sensación de alivio y descanso por el cambio de sentido de la circulación.
EjecuciónTumbado sobre la espalda, coloca tus piernas contra la pared para invertir el flujo de la sangre. Puedes ayudarte con algún elemento, como un cojín pequeño, una toalla o una manta doblada para apoyar la zona lumbar de la espalda. Acerca lo máximo que puedas la cadera a la pared. Para hacerlo, puedes ayudarte de la fuerza de los brazos.
En esta postura de yoga, los pies quedan por encima de la cabeza, hecho que estimula el sistema hormonal, linfático y circulatorio. Es una postura perfecta para practicar dentro de una secuencia más larga de posturas como la de la “V” invertida o la postura del arado. En ella se activa la musculatura de la zona central o “core” de nuestro cuerpo y de las piernas, glúteos y brazos.
EjecuciónTumbado poca arriba, con las piernas estiradas y juntas y los brazos estirados a ambos lados del cuerpo, presiona con las palmas de las manos en el suelo y haz fuerza para elevar las piernas hasta que la cadera forme un ángulo de 90 grados. Desde este punto, inclina las piernas rectas hacia el techo y empieza a elevar los glúteos y la espalda del suelo mientras las palmas de las manos siguen presionando hacia abajo. Una vez hayas levantado la espalda hasta que estés totalmente apoyado sobre la zona de los omóplatos, flexiona los codos y coloca las manos en la zona lumbar para ayudarte a mantener la postura. Procura que el peso nunca se mantenga con el cuello ni sobre las manos, sino sobre la cintura escapular. Mantén la postura intentando mantener las piernas alineadas con la espalda.
Para volver a la posición inicial y acabar la postura, baja lentamente las piernas hacia la cabeza y luego, muy lentamente, ve apoyando la espalda suavemente sobre el suelo.
